Después de la quinta estación viene el otoño

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En nuestra cultura hablamos de cuatro estaciones. Pero la cultura oriental, en los primeros textos clásicos chinos datados entre el 476-221 a.C., nos mencionan la existencia de 5 estaciones. Ellos, muy observadores de la naturaleza y de las relaciones que los elementos de nuestro entorno tienen con los procesos dinámicos que suceden en nuestro interior, establecieron una correspondencia de los diferentes aspectos y procesos que suceden en la naturaleza que nos rodea respecto a varios síntomas o trastornos que frecuentemente se suceden en determinadas épocas del año. Así, podemos prevenir o mejorar el sufrimiento de dichos síntomas, conociendo la teoría de los cinco elementos: madera, fuego, tierra, metal y agua.

En realidad todo queda simplificado a una cuestión que debemos considerar en esa relación de nosotros y la naturaleza.

«Cuando consideramos tener un estado de armonía con nosotros mismos y con el entorno solemos decir que estamos sanos. Ahora bien, cuando vemos alterada esa armonía hablamos de enfermedad.»

 José M. Nebot López

Mantenernos en armonía significa ser capaces de mantener la concordancia y el entendimiento entre el conjunto y la unidad que representamos con el todo. Por ello es conveniente celebrar estas fechas que indican los cambios estacionales.

Ahora toca conmemorar  festiva y alegremente el acontecimiento que marca la entrada del otoño.

El 22 de septiembre es una fecha de celebración. Entra el equinoccio de septiembre con el ingreso del otoño en el hemisferio norte de nuestra querida Tierra. La palabra equinoccio significa «noche igual». Es por ello que se habla del equilibrio de la luz y la oscuridad, en el eterno baile de estas dos fuerzas que, más que opuestos, son complementarias. Así, por un momento, en el equinoccio lo dual queda cancelado por este equilibrio entre el día y la noche. Sólo para ser retomado nuevamente en este juego polar de la dualidad. Un juego creado por el hombre, inventor de creaciones que le acerquen a su propia comprensión.

Antiguamente dábamos gracias a la Tierra por la plenitud del verano, compartiendo los frutos de la cosecha, a la vez que se inicia la preparación para el invierno, donde se habrá de conservar la energía a través del recogimiento.

Es esta fecha la que realmente marca el cambio de un ciclo en la naturaleza, la luz que se extingue como las hojas que caen de los árboles.

«El calor es menos intenso y para muchos es cuando en realidad empieza el año pues nos reincorporamos al trabajo, iniciamos un nuevo curso, reemprendemos la actividad física de un deporte o tomamos el comienzo de una nueva temporada.»

 José M. Nebot López

Iniciamos el otoño, la estación del elemento Metal. El propio cielo puede verse de un gris metálico. También, incluso el sol, puede regalarnos en su incandescencia crepuscular tonalidades que metálicamente vemos brillar al salir o ponerse el sol.

Dicen en oriente que el metal se relaciona con la tristeza. Pueden tener razón si miramos dicha emoción como el freno, retraso de nuestros proyectos, ducha fría del exceso de entusiasmo del cual podemos ser víctimas. Pero el Metal corresponde al enfrentamiento entre la oscuridad y la luz para que salga la verdad. Es la energía del pulmón que en realidad suscita alegría, aunque no de cualquier clase, sino la proporcionada por la satisfacción del deber consumado. La energía del metal nos ayudara a tomar decisiones. Cada vez que ponemos orden en nuestros armarios, en nuestros libros, en nuestros papeles y en nuestras tareas aportamos energía. Porque cuando lo más difícil está hecho y todo está en orden, RESPIRAMOS.

Puedo darte algún consejo más para que mantengamos esa armonía, en esta época del año.

«Estemos en contacto con la naturaleza para purificar nuestros pulmones.»

 José M. Nebot López

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José Maria Nebot López