La osteopatía craneal puede ayudar a resolver todos aquellos problemas que tienen que ver con desarreglos en los sistemas nerviosos, endocrino, gastrointestinal, cardiovascular, respiratorio y musculoesquelético. También contribuye a mejorar los problemas que afectan a los órganos sensoriales: el oído, la vista, el olfato y el gusto.
Hablar de osteopatía craneal es remontarnos a la historia de la osteopatía. Entonces tenemos que viajar a principios del siglo pasado. Concretamente, debemos situarnos en un recóndito pueblecito norteamericano.
Allí, durante una de aquellas tardes de calor sofocante. Andrew, un niño que se dejo guiar por su instinto, intentaba remitir uno de sus habituales dolores de cabeza. Mientras se balanceaba en su hamaca procuraba que el borde de la tela presionase ligeramente su nuca. Así lo hacía, hasta que el dolor remitía. Este fue el nacimiento de la osteopatía. Al menos así lo recuerda el Dr. Andrew Taylor Still.
En 1874 Andrew Taylor Still (1828-1927) presentó por primera vez su filosofía y práctica osteopática. Él había sido un antiguo médico militar, que empezó a dudar de la medicina oficial en 1864 al perder a tres de sus hijos en el curso de una epidemia de meningitis cerebroespinal.
Tras esa trágica experiencia, se apoyo en una única certeza para él. Creía en la existencia de Dios y le parecía imposible que este último pudiese dejar sin defensas naturales a su más perfecta criatura, el ser humano.
Entonces, recordó aquella experiencia del niño que fue. Si, aquel niño que paliaba los dolores de cabeza con ligeras presiones, provocadas por la tela de una hamaca.
Comenzó a estudiar el mejor medio para preparar al hombre a enfrentarse con la enfermedad. Esto le llevo a recuperar las manipulaciones que había visto practicar en los pueblos de su comarca y que lograban aliviar múltiples dolencias. Descubrío que donde había movimiento de huesos, músculos y órganos del cuerpo; había también vida y esta tiende a buscar un orden natural.
Llego al convencimiento de: “que cuando toda las partes del cuerpo están en orden, tenemos salud. Cuando no lo están, estamos enfermos. El trabajo del osteópata es restablecer la situación normal del organismo a partir de una situación anormal: recobrando la salud”[1]
Partiendo de estas conclusiones, se encargó de desarrollar la osteopatía. Esta terapia es manual. Pero a la vez es respetuosa y global. Una de sus ramas es la terapia sacrocraneal, también llamada osteopatía craneal. Ella se encarga de recuperar los saludables movimientos involuntarios del cuerpo, sobre todo, en el cráneo y en la columna. El osteópata craneal, a través de ligeros contactos manuales con el cuerpo del paciente, recopila información para saber el estado global, determinando cómo se encuentra el paciente.
A partir de ese momento, y mediante técnicas manuales realizadas con delicadeza y suavidad, va devolviendo la movilidad a todo el organismo. De esta manera, los pacientes, recuperan los movimientos armónicos e involuntarios con la fuerza necesaria para recobrar el camino hacia la salud.
Tras someterse a una de estas sesiones, en las que se alivian nuestros dolores y se equilibran la energía y el sistema nervioso, la sensación es de paz, armonía y orden.
El cuerpo de los pacientes y las tensiones que éstos acumulaban son relajados. Solo han servido, en esta ocasión, como indicios que delatan dónde se encuentra el origen del problema sufrido por cada uno de los pacientes.
Cabe destacar que en bebés y niños se consiguen muy buenos resultados debido a la flexibilidad de su estructura ósea. Los huesos de los bebés, en el momento del parto, se montan unos sobre otros para poder pasar por el canal del parto. El osteópata craneal defiende la idea que este proceso natural constituye la primera terapia craneal que recibe el ser humano. Podríamos hablar largo y tendido sobre que ocurre cuando el parto tiene complicaciones.
El hecho es que antes de nacer y cuando nacemos, el organismo suele estar sano y la mente despierta, pero a lo largo de la vida, a través de los golpes psíquicos y emocionales que sufrimos en nuestro camino diario; olvidamos esa pureza y perdemos nuestro equilibrio. La osteopatía craneal se encarga de reconectarnos de nuevo con ese estado original.
De todas maneras nunca diré que esta terapia es la panacea. Lo cierto es que muchos osteópatas recomiendan y aconsejan ejercicios añadidos, incluso meditación. Porque lo más importante es esa actitud innata del ser humano en encontrar el propio equilibrio que nos devuelve la armonía. Eso es lo que nos predispone a encontrar el camino de la salud.
José M. Nebot López
[1] Osteopathy Research and Practice, 1910.