VOLVER AL ORIGEN

camino cercano

Un camino para encontrar la manera de volver a nuestro origen o de conectar con esa profundidad nuestra podría ser la realización de un retiro, donde podamos desconectar de todo y conectarnos con nosotros mismos.

Está de moda realizar retiros. Los vemos anunciados por todos lados. Incluso, muchos de nuestros amigos los realizan y tal vez tengas algún amigo que los organiza. Hacer un retiro puede serte útil. Aunque, para que te sirva, lo tienes que llevar a la práctica. Aquello que hablaron y que practicaron en el ambiente agradable de esos días que duro el retiro, ahora hay que ponerlo en práctica en ese mundo atolondrado que te rodea . Allí donde te sentiste acompañado y apoyado, tal vez te fue fácil. Todo te pareció tan coherente, tan magnífico que era lógico realizar el trabajo y sentirse mejor. Ahora, en tú día a día, es  el momento de llevarlo a la práctica nuevamente. Pero, ¿qué ocurre? Es tu verdadero mundo, no es aquel lugar tranquilo y apacible. Aquí en tu cotidianidad, rodeado de tus verdaderas preocupaciones, vuelves a estar abrumado.

Ahora sí que tienes la oportunidad, aunque no te lo parezca, de realizar una verdadera introspección. Aquí están tus apegos y tus culpas. Ahora es el momento de ver tus desprecios, tus criticas, tus momentos de envidia, tus resentimientos…

En definitiva, aquí estás, viendo tus acciones; sintiendo lo que creemos que nos hace el otro. Ahora es el momento de darse cuenta de la verdad. Somos nosotros mismos los que construimos nuestras propias experiencias.

Realmente obtenemos beneficios, aunque sean mezquinos, de cada situación. Me gustaría traeros un ejemplo, que para mí es muy claro. La salud de uno mismo es algo a lo que damos una importancia desmesurada cuando nos falta. La salud de los demás es entonces la prueba de su buen hacer. Imagínate, un fallo de salud en esa persona que hace de guía en un retiro. ¿Qué clase de enseñanza nos puede dar quien no sabe mantener su salud? Ya salió nuestro ego inquisitivo, criticador y manipulador.

Un golpe de coherencia para nuestros pensamientos. Te has planteado que el acompañante de un proceso implica ser sabedor de aquella materia. Saber su teoría y explicarla puede estar bien. Aunque mejor es ser un estudiante aplicado y comprometido. El maestro de algo, bajo este prisma, es aquel que lo ha vivido o lo está viviendo. El hombre siempre anda aprendiendo. En su caminar se sorprende, se asusta, se desanima y pide ayuda. En ocasiones esta ayuda se pide a quien no sabe darte las respuestas o no sabe enseñarte a mirar de otra manera. Ten en cuenta que tu guía puede ser aquel perdido que no ha perdido la fe, pues tiene las ganas de hallar la salida.

La enfermedad, tal vez sea haberse apartado del origen. Haber dejado de ser coherente. Los expertos en biodescodificación nos hablan de estas cuestiones. Ellos aseguran que nuestras mentes hacen patentes en nuestros cuerpos aquellas inquietudes que emocionalmente nos afectan en gran medida, aunque solo sean debidas a nuestras creencias. Son estas cuestiones que chocan con nosotros mismos. Nuestra propia incoherencia produce un shock, que solo nuestro cuerpo en un intento de preservación da una respuesta. Es una respuesta biológicamente necesaria para nuestra existencia. Aunque aquello nos pueda enfermar, en realidad, es el intento de preservarnos y de cuidarnos. Es verdad, ahora la niebla y las nubes dificultan nuestra mirada. ¿Cómo para ayudarnos a ser coherentes con nosotros mismos hemos podido enfermar?

Yo también pensaba que debía erradicar la enfermedad del mundo. Hasta que la propia enfermedad me hizo ver que ella no es el enemigo. La enfermedad es la creencia en el sufrimiento y detrás de ella, en lo más profundo del  inconsciente, está el sentimiento de culpa. Tenemos nuestra propia culpa codificado como un programa que nos llena de miedo. Este miedo es el que nos enferma al intentar protegernos de todo aquello de lo que creemos estar separados. Hemos creado una pesadilla y el perdón es la forma más sanadora de salir de ella. Sanamos el cuerpo al recordar que en realidad no somos el cuerpo. Volver al origen es volver al Amor.

Hay miles de experimentos que lo demuestran, pero todavía creemos en esos programas que nuestras creencias y miedos han dejado codificados en lo más profundo de ese ego que se siente separado de todo. Voy a explicaros lo que paso en un estudio sobre enfermedades cardíacas llevado a cabo en la Universidad de Ohio. No os preocupéis, pues el experimento se realizó con conejos. A diferentes grupos de estos animalitos se les alimento con dietas muy tóxicas, altas en colesterol. Objetivo bloquearles las arterías y reproducir los efectos que produce en los humanos una dieta así. Todos los grupos menos uno empezaron a mostrar resultados previsibles. Nada en la fisiología de aquellos inocentes conejos podía explicar la tolerancia a la tóxica dieta. El desconcierto era evidente, hasta que por casualidad se descubrió que el estudiante encargado de proporcionar el alimento de aquellos saludables conejitos le gustaba acariciarlos y mimarlos antes de darles de comer. Aquello inspiró la realización de nuevos experimentos. Se trataron grupos de conejos de forma neutral y otros grupos de estos animalitos se les dieron muestras de cariño. Los resultados fueron similares, las muestras de amor ocasionan una respuesta inmunitaria que protege de la enfermedad.

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Nuestro trabajo con la enfermedad no es atacarla, es comprenderla para estimular nuestro poder de sanación natural. Y este poder se manifiesta gracias a la fe.

Tal vez el camino es volver al origen, tengamos fe en ello, nuestro origen es volver al Amor. Amar como si no existiera separación alguna. Porque en realidad vernos separados nos confunde. Tal vez si aprendemos a perdonar cada situación, el amor venga solo y con él la sanación. Pues en nuestro origen somos sanos, pongamos fe y amor al andar ese camino que nos lleva inevitablemente hacia ese lugar certero. Un solo camino, para sentirnos en paz. Tómalo con firmeza. Solo buscas tu verdad y ella está en ese lugar donde todo empezó. Así que anda los pasos para…

Volver al origen.

José M. Nebot López